La vasculitis retiniana asociada a tuberculosis es una entidad heterogénea y difícil de manejar. Se caracteriza por presentar una vasculitis retiniana oclusiva, de predominio venoso, con vitritis asociada e isquemia retiniana periférica en pacientes con evidencia de tuberculosis por test de laboratorio o biopsia. Típicamente aparece como una periflebitis periférica con tendencia al cierre capilar y a la formación de neovasos. La falta de consenso en el diagnóstico y manejo de esta entidad puede conducir a secuelas. El tratamiento se basa en el uso e antituberculostáticos acompañados o no de tratamiento oral con esteroides e incluso inmunosupresores. Se define el éxito del tratamiento como la resolución de signos inflamatorios a los 6 meses de haber terminado el tratamiento, la capacidad de reducir la dosis de esteroides orales por debajo 10 mg/día o 1 gota de esteroides orales como máximo cada 12 horas. En ocasiones, las complicaciones locales como la formación de neovasos o un desprendimiento de retina traccional, requieren tratamientos adicionales.